sábado, 2 de octubre de 2010

Capitulo IV

“…lo que le importa a mi Marco Polo, es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a
 vivir en las ciudades, razones que pueden valer más que allá de todas las crisis. Las ciudades, son un conjunto de muchas cosas, memorias, deseos, signos de un lenguaje, son lugares de trueque, como
explican todos los libros de historia de la  economía, pero esos trueques no lo son sólo de mercaderías,
 son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Mi libro se abre y se cierra con las
imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvanecen continuamente,
escondidas en las ciudades infelices”.

Italo Calvino
“El libro de las ciudades invisibles”

Política, economia y sociedad en  la Argentina de los años 90. De la ilusión democrática al neoliberalismo salvaje.

 

1. Los años de Alfonsín

La Argentina había re ingresado al sistema democrático a fines de 1983, cuando el mundo estaba asistiendo a la más profunda transformación económica y social, producido por los efectos que sobre el mundo del trabajo se operaban a partir del salto científico tecnológico aplicado a los dispositivos productivos, los que en nuestro país iban a repercutir de una manera muy particular como consecuencia de la sumatoria de una serie de hechos que voy a tratar de explicar.

Los años 80 son los años de la hegemonía neoconservadora a ultranza, los reganomic y del tacherismo triunfante en toda la faz de planeta, años que culminan con un fuertísimo salto científico tecnológico aplicado al mundo de la producción primero y de las comunicaciones después que alcanzarán su máximo esplendor   con la caída del muro de Berlín y el colapso y la implosión de la URSS, esos años son los que marcaran a fuego el gobierno de Presidente Alfonsín.

El gobierno democrático que asumió a fines de 1983  hasta la renuncia del Presidente Alfonsín  a la primera magistratura en 1 de julio de 1989, - unos cinco meses antes del vencimiento de su mandato-, fue jaqueado permanentemente por un sector de la dirigencia sindical, que durante los primeros dos años de su mandato ocupó el liderazgo de la oposición política, cediendo luego esta en lo formal a la dirigencia del PJ, mientras dirimía su interna, en tanto el gobierno sufría los primeros embates de FMI comandado en esa época por Jacques de Lavoiseire, que con el correr del tiempo se harían crónicos, y que exigía nuevos planes de ajuste económico y el refinanciamiento de la deuda externa que había crecido en forma geométrica desde 1981 cuando desde el Banco Central de la República Argentina Domingo Felipe Cavallo dispuso que licuaran los pasivos de la deuda externa privada, en tanto por último soportaba constantes planteos militares vinculados al fundamentalismo de extrema derecha que no se resignaban a ser juzgados en ámbitos de  la justicia federal penal por los crímenes de lesa humanidad cometidos por las Juntas Militares y un importantes número de oficiales jefes que habían instrumentado el terrorismo de Estado desde 1976.

La caída de Bernardo Grispun, la asunción de Juan Vital Sourrille y la aplicación de un plan económico heterodoxo el “Plan Austral”, el desagio de la deudas privadas internas, un nuevo signo monetario, asociados a propuesta de rigidez fiscal,  reforma del Estado y capitalización de las empresas del Estado reteniendo la mayoría accionaria de las mismas eran las piedras angulares del gobierno democrático, que pretendía encontrara la salida a una crisis que se presentaba a escala mundial y que no era percibida como tal en toda su dimensión.

Los golpes de estado de baja intensidad de Semana Santa y Monte Caseros, desarrollados por sectores fascistoides y protoperonista del Ejército Argentino aunque supo disimular al principio sus intenciones bajo la patina de una reivindicación de los hombres que participaron del intento de recuperación militar de la Islas Malvinas, pretendiendo distinguir entre la oficialidad media que enfrento a la Royal Navy  y los altos mandos militares a los que llamaban “generales de escritorio” o “manos frías – por su adicción a la ingesta de bebidas alcohólicas-“ por un lado, y consecuentemente trasladar el mismo esquema de razonamiento a quienes habían participado del aparato represor que instrumento el “Terrorismo de Estado”, un plan criminal macabro y siniestro que pretendió poner fin al accionar de los grupos ultra izquierdistas por un lado, suspender las garantías individuales de la sociedad, deponer el gobierno constitucional legítimo y legal de aquel entonces por el otro  y servir como punta de lanza a la más feroz revancha económica – política y social montada por el imperialismo y sus lacayos locales como ultima ratio, jaqueó al gobierno de Presidente Alfonsín y lo obligo en aras de sostener la institucionalidad impulsar las Leyes de Obediencia Debida y  Punto Final, que significaron el primer desencanto de un sociedad que no comprendía cabalmente lo que estaba en juego.    

Digo lo que estaba en juego por que hay que entender que la correlación de fuerzas era totalmente adversa para el gobierno al punto tal que se decía que más allá de la presencia simbólico de la guardia presidencial del Regimiento de Granaderos a Caballos, pequeñas unidades medias de batalla del Ejercito alejadas de la Capital Federal, un grupo operativo de la inteligencia oficial y algunos grupos civiles vinculados al partido del gobierno que se armaron apresuradamente para enfrentar a los sediciosos, el gobierno no contaba ni con un grupo de boy scout, para enfrentar militarmente la asonada que se apoyaba en la Guarnición de Campo de Mayo, el III y IV Cuerpo de Ejército, en tanto una columna blindada que fue despacha desde el Comando del 2º Cuerpo de Ejercito al mando del General Alais para reprimir militarmente a los sediciosos, todavía al día de hoy está llegando a Buenos Aires desde la Provincia de Entre Ríos.  

Estos acontecimientos llevaron al Presidente Alfonsín a enhebrar alianzas políticas con sectores del gremialismo y del partido peronista para sostener un sistema democrático jaqueado institucionalmente por un lado y ceder poco a poco a las cada vez más fuertes y desembozadas presiones del FMI  y de los acreedores externos.

2. El menemismo o el retroceso de las agujas del reloj de la historia

A partir de la alternancia política de 1989 comienza a ejecutarse en el país el más serio y profundo proyecto político de sesgo neoliberal, de todos los que se habían intentado hasta ese momento, no sólo por su profundidad, sino que a diferencia de los anteriores este programa era ejecutado por un gobierno elegido democrática y mayoritariamente por el pueblo argentino y paradójicamente era peronista. Las transformaciones que se operaran durante el decenio menemista serán tan profundas e importantes, que sus secuelas aún persisten en parte. Por esta razón estimo conviene realizar un breve repaso de los mismos, ya que como veremos más adelante estas mutaciones darán origen al nacimiento de una democracia excluyente que genera una auténtica sociedad dual.

Desde el primer día su gobierno, Carlos Menem se fijo reducir el aparato estadual, limitar los gastos sociales,  desrregular la economía como una estrategia para atraer inversiones, dentro de una lógica según la cual la mano invisible del mercado mejoraría sustancialmente la economía del país y privatizar empresas y organismos del Estado. Los programas sucesivamente elaborados por el equipo de la multinacional Bunge & Born instalado sin pudor en el Ministerio de Economía, los ajustes de tarifas y exacciones a los depósitos bancarios instrumentados por Antonio Herman González, las privatizaciones de las empresas públicas, los sucesivos ajustes de las tarifarias de los servicios que brindan a la población, - para hacerlas económicamente atractivas a sus nuevos operadores -, su posterior liberalización atándolas a la inflación norteamericana y a periódicos ajustes estacionales cuando la de allí era inferior a la nuestra, la inmediata desregulación de toda la economía, la apertura a las importaciones de productos elaborados con mano de obra esclava y el programa de convertibilidad de la moneda nacional diseñado por Domingo Felipe Cavallo, fueron un conjunto de medidas económicas y políticas que impactaron de lleno sobre la sociedad argentina, de una manera inédita y cuyos efectos aún son soportados por el conjunto societal.

Estas políticas se caracterizaron, no sólo por una constante práctica consistente en abandonar el diseño y ejecución de políticas relacionadas con la gestión de lo social, sino que además fueron paradigmáticas, ya que encontraron consenso en el seno en una sociedad que hastiada de décadas de ineficiencia y burocraticismo estadual apoyó la práctica del famoso “lápiz rojo” que prometía Angeloz durante la campaña electoral y que encontrara su ejecutor en el vencedor electoral de este último, es decir en manos de Carlos Menem. Es decir que el programa neoliberal de ajuste estructural de la economía implementado era en realidad era un profundo programa de revancha social pensado por los “eternos dueños del poder” y ejecutado por un peronismo que se decía transformado.

Es preciso señalar entonces que la raíz del problema que pre, no solo es política y económica  sino que además por su profundidad se ha transformado en filosófica. Cuando los seres humanos se interrogan acerca de cómo evaluar la marcha o el funcionamiento de la economía en su país, no sólo deberían de mirar al interior de sus bolsillos o la cantidad de agujeros que le faltan correr en su cinturón para llegar a fin de mes, sino que seguramente hallarán un amplio consenso si comprueban que la economía y el sistema político imperante brinda un conjunto de oportunidades bajo la forma de políticas públicas para que los miembros de esa sociedad puedan satisfacer no sólo sus necesidades básicas, aquellas que les posibilite alcanzar mejores estándares de vida, que puedan concretar los deseos de progreso de sus integrantes, es decir que pueda ascender socialmente.

Desde la visión de la economía clásica el crecimiento de la producción es la única forma de medir el funcionamiento o la marcha de la economía de un país. Pero con llegar a mejorar la productividad de la economía no es suficiente, ya que lo que no se discutió durante la década de los noventa, no sólo fue el proyecto de terciarización de economía, - lo que implicaba la desindustrialización-,  o políticas agropecuarias intensivas que terminaron en transformar la economía agraria en dependiente de la soja transgénica que puede ser un buen negocio para un segmento del dispositivo productivo exportador y en menor medida para pequeños nichos cautivos de estos; sino que lo que estuvo totalmente ausente de la agenda pública fue una discusión acerca de la redistribución de la riqueza creada entre todos los miembros del tejido social. En consecuencia mejoraba la situación de los indicadores de la macroeconomía, pero esa mejora solo alcanzaba a grupos muy pequeños, ya que la economía clásica no tiende a redistribuir los frutos del trabajo entre quienes lo generan en forma proporcional a sus necesidades.

De más esta decir que se está dentro de un círculo vicioso, al aumentar el desempleo y la subocupación caen los ingresos para el sistema de gestión de lo social, la sociedad tiene una observa que sus intereses corren por un andarivel distinto que el sistema político, lo que entraña a corto plazo una crisis de legitimidad. Las transformaciones operadas durante esos años, signaron claramente el retroceso del Estado. Este retroceso es tan marcado que la CEPAL llama a esos años  “la década perdida”.

Son los años del nacimiento de una nueva pobreza en la Argentina, de una pobreza que se extenderá por todo el territorio de la Nación pero que impactará,-debido a su altísima visibilidad-, de manera muy notable en el territorio del Gran Buenos Aires.  Esta situación se verá reflejada en una prominente migración interna y el extraordinario descenso económico de amplios sectores de la llamada clase media que arrastrados incesantemente hacia abajo a partir de la crisis que se inicia a mediados de la década de 1970, progresivamente irán sumándose a los grupos de pobres estructurales, grupos empobrecidos conformados por los excluidos de antes, es decir por aquellos grupos sociales que había llegado del interior en oleadas de migraciones internas entre los años 1940-1950, en busca de un bienestar que se les negaba en sus lugares de origen.  Los índices de pobreza durante los dos últimos años de década comprendida entre 1980 y 1990 se dispararán a más del 67 % de la población económicamente activa. Los nuevos pobres que eran sectores medios en descenso, seducidos y abandonados por el gobierno,  eran a su vez rechazados por su antiguo grupo de pertenencia y con los pobres estructurales con los que si bien compartían algunas características de su estado carecían de elementos de identificación, paradójicamente, al no pertenecer “efectivamente”. Con los sectores medios los seguía uniendo aspectos relacionados con los gustos y aspiraciones socioculturales, en tanto con los pobres estructurales los relaciona la precariedad laboral y de las prestaciones socio asistenciales que reciben del estado. De esta manera se quebraba la visión culturalmente aceptada de que la sociedad argentina era una sociedad integrada en la cual la movilidad social ascendente era la constante.

En forma paralela, durante esos años se comenzaron a gestar frente a un Estado ausente,  varias alternativas desde el seno de la sociedad civil, en tanto otras, se irán gestado en las usinas de ideas de los pequeños enclaves políticos, gremiales y sociales, que a su manera, -como pudieron y sin lograr establecer acciones comunes-, resistieron el diluvio que comenzaba.

Para aclarar esta situación y entenderla en toda su magnitud, hay que observar un poco más detalladamente la rapidez con la que se realizaron algunas transformaciones económicas llevadas adelante desde el Estado, y su impacto sobre el tejido societal, como ser,

  • la venta y concesión de servicios de empresas públicas, tanto al sector privado local como internacional

  • la desregulación de la economía, redujo a su más mínima expresión o a su  eliminación total el conjunto de organismos  de control y de regulación estadual por un lado y se elimino y redujo las reglamentaciones que formaban parte del ordenamiento legal, que protegía y regulaba actividades productivas y de importación - exportación   

  • la apertura económica, implementada a partir de la reducción arancelaria y la eliminación de barreras aduaneras que protegían la producción nacional, frente a manufacturas elaboradas por mano de obra esclava

  • la oferta de moneda se ancló a las reservas del BCRA

  • se modifico la estructura impositiva, extendiendo y generalizando el tributo del IVA

  • se fijo el tipo de cambio en concordancia con el Plan de Convertibilidad, para que fuera funcional a este 

  • se reprogramó el pago de los intereses de la deuda externa a valor nominal, dentro de los lineamientos del plan Brady

  • se transfirió a futuro la deuda pública mediante una emisión alegre de un autentico festival de bonos que fueron colocados en diversos mercados financieros

  • se modificaron los regímenes laborales, generando un auténtico ejército de desocupados que operaba como colchón en función de reserva para permitir de esa manera que aumentara la precariedad laboral y salarial

  • se destruyo el sistema provisional permitiendo el drenaje constante de las contribuciones de los trabajadores hacia los bancos privados mandantes de las AFJP

A partir de la crisis del socialismo real primero, con la caída del muro de Berlín después, el giro como inversión especulativa de grandes remesas de especulativos conocidos como fondos buitres,  que realizarían inversiones a corto plazo, y campañas montadas desde medios de comunicación al servicio de los centros financieros internacionales, nos replicaban constantemente el discurso neoliberal diseñado por Francis Fukoyama[1], un oscuro analista de la Rank Corporation y ex Director Adjunto de Planificación Política del Departamento de Estado de los EE.UU.,  que daba cuenta de la muerte las ideologías, que había llegado el fin de la historia y que el liberalismo se imponía invencible en todo el planeta.

Mientras tanto comenzaba la más brutal profundización de la tarea inconclusa desde el Proceso de Reorganización Nacional. Esta reconvención económica y laboral era llevada adelante desde el peronismo en el gobierno, sin que ninguno de los gobernadores o la mayoría de los legisladores que respondían a esa formación política, se opusiera a tales políticas. Es decir que, el conjunto de la dirigencia nacional y provincial del Partido Justicialista acompañó y justificó la mutación ideológica hacia el neoliberalismo operado desde le menemismo en forma monolítica, al punto tal de que en bloque votaron favorablemente la división y venta de ENTel, la privatización de Gas del Estado, la modificación societaria y la posterior venta de YPF y sus activos que contemplaban entre otras cosas el mapa geológico del país, la privatización de YCF, la modificación accionaria, la división y posteriormente la concesión de Ferrocarriles Argentinos a distintos consorcios que presentaron como operadores de los distintos ramales urbanos y de carga, acallando además sistemáticamente y de manera brutal los atisbo de resistencia interna que nacían al interior de esa  formación política, como el Grupo de los Ocho, que terminó por iniciar el éxodo del PJ hacia la construcción de una nueva formación política.

Mientras tanto el principal partido de la oposición, la Unión Cívica Radical, era atravesado por una profunda crisis de identidad política que aún persiste y que lo transformó en una especie de confederación de partidos provinciales, en la cual sus principales figuras distritales acordaban en forma cuasi autónoma políticas con el Gobierno Nacional, buscando mejorar beneficios para los gobiernos locales en sus manos, sucumbiendo de esta manera a los chantajes por la distribución de la coparticipación federal y la distribución arbitraria de los ATN  que se realizaban desde el Ministerio del Interior; el centenario partido con muy pocas y honrosas excepciones fue capaz de pensar políticas nacionales unificadas diferenciadas de las del gobierno y construir una alternativa política y social para recuperar el poder y modificar de esta manera la realidad.

La política económica instrumentada por el menemismo produjo la destrucción casi total del aparato productivo nacional, la entrega de los activos de las empresas privatizadas a un precio vil  y por consiguiente la desarticulación del tejido social como una verdadera continuación del proceso de destrucción nacional iniciado en 1976. Pero estas transformaciones económicas que iban a impactar brutalmente al interior de la sociedad, están marcadas por la mutación de la práctica llevada adelante por la dirigencia política, una mutación que Eduardo Basualdo[2] tomando como modelo el sistema político italiano y el pensamiento de Antonio Gramsci, denomina transformismo y que consistió, en un proceso de cooptación de una parte significativa de la dirigencia política por parte del stablishment económico, para que este realizara negocios con la complicidad de aquel. Esta transformación además operará como un factor de desmovilización de los sectores populares, que acéfalos de conducción y dirección, buscarán por medio del sistema del ensayo y error la construcción de nuevas herramientas políticas y los caminos para salir de la aporía en la que se encuentran.   

Se había establecido a partir de 1983 un sistema institucional que se mantendría durante casi veinte años estables. Este sistema a pesar de tener una serie de limitaciones, funcionaba relativamente bien y daba señales de estar relativamente consolidado. Esta situación se mantendrá a lo largo de las últimas dos décadas, a pesar de los períodos constitucionales truncados abruptamente, de las gestiones Alfonsín y De la Rua, que operaron de hecho como nuevos golpes de estado, en los que la cuestión económica y la confianza pública aparecen como cruciales y no pueden ni deben ser soslayadas, en un análisis, ya que este tema comienza a ser agitado por la derecha, es tomado por los sectores medios con acciones directa como “el cacerolazo” se extiende por el conjunto de la sociedad y las modificaciones que se realizan son logradas merced a la acción de lobbistas en función de sus propios intereses. De esta manera el sistema, que poseía los atributos de una democracia plena: división de poderes, independencia formal del poder judicial, respeto a las instituciones y a las autonomías provinciales, periodicidad electoral, recambio parlamentario e institucional y mecanismos formales de alternancia gubernamental, estaba inscripta en un complejo proceso de degradación de las condiciones y estándares de la calidad de vida de los ciudadanos, empobrecimiento de amplias franjas medias, gran fragmentación social, ruptura de las identidades individuales y colectivas y por último, desafiliación social. En consecuencia el sistema democrático instalado en la década de 1980, sin distinción de banderías políticas partidarias era como lo ha señalado recientemente Alfredo R. Pucciarelli,”…una democracia con sesgos excluyentes ya que el sistema planteaba una contradicción entre los intereses de la sociedad civil por un lado, y los de la dirigencia política por el otro”[3]. Y esto es así ya que desde el sistema político no se resuelven los problemas derivados de los efectos de la economía globalizada, que promueve un capitalismo salvaje y en lugar de crear las condiciones de inclusividad social genera  la desintegración de los principios productores de la solidaridad y el fracaso de las políticas tradicionales para encarar la cuestión de lo social, esto lógicamente aumenta la fragmentación y genera más exclusión y nuevas desigualdades. En nuestro país como en el resto de los países de América Latina las reformas económicas fueron tan profundas que según la CEPAL, determinaron importantes insuficiencias sociales y educativas.

Pero era además una sociedad que esta desprotegida, una sociedad como señala Robert Castel [4] esta marcada por la inseguridad.
 
Un profundo malestar erosionó la sociedad argentina durante esos años, un malestar que parafraseando a Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallón[5] , adquiriría nuevas formas y se manifestará violentamente tanto en los barrios de los bordes del tejido de la ciudad como en las escuelas del centro, en una desocupación masiva, en caída de los índices de consumo, aumento de los niveles de violencia, extensión de consumo de sustancias farmacológicas prohibidas en segmentos sociales juveniles, descontento de los estudiantes por los bajos presupuestos asignados a la educación pública, huelgas y movilizaciones de los trabajadores, desgaste acelerado de los gobiernos con un marcado  giro hacia posiciones económicas de derecha por parte de estos. Ensayos de expresiones políticas de la derecha política de sesgo populista, tales como Aldo Rico, Luis Patti, y más  recientemente Mauricio Macri, quienes a partir de un discurso apocalíptico, reduccionista y basado en la necesidad de lograr una supuesta eficiencia y la eficacia de matriz economicista, erosiona las bases del sistema de partidos políticos primero, vació de contenidos a la política, culpo a un Estado altamente burocratizado y no siempre bien posicionado para enfrentar desafíos nuevos que impactan sobre el tejido sociedad como consecuencia de las mutaciones que se estaban operando y que presento luego, el paradigma de la eficiencia y la eficacia de empresarios devenidos en políticos como salida institucional, al tiempo que estableció las bases para que la ruptura del lazo social por un lado y la confiabilidad del sistema democrático por el otro, se hicieran carne en vastos sectores medios. Esa propuesta  lamentablemente crece en la adhesión de la voluntad popular y la última elección es un ejemplo de ello.

Asistíamos de esta manera a una crisis política-económica que impacta sobre el tejido social, creando nuevas inseguridades de una manera absolutamente desconocida hasta entonces que, teniendo como marco los efectos económicos de la mundialización, permitió que se establecieran relaciones inéditas entre la sociedad, la política y lo político.

La dicotomía Estado – Mercado, uno de los temas que apasionan a los cientistas sociales y a los economistas  por  la imposibilidad de encontrar puntos de equilibrios entre ambas ciencias y las implicancias que una tiene sobre la otra y los efectos de ambas al interior de las formaciones nacionales, ha sido muy bien analizada y en profundidad recientemente por Jean Paul Fitoussi[6], quien señala, que en Europa consideran que el “mercado” es una cosa muy seria para dejarla bajo la influencia de la política. Destaca que en Estados Unidos la democracia se ajusta de momento a lo que en un estudio reciente Edward Wolff llama “una vuelta a lo María Antonieta”[7], ya que el 50% del aumento de la riqueza creada entre 1983 y 1998 sólo beneficio al 1% de la población más necesitada en tanto el 90% de esa riqueza alcanzó al 20% de las familias más favorecidas; según este autor, de continuarse con esta evolución de los intereses compuestos se crearía un abismo de tal magnitud en el seno de la sociedad que haría inviable el funcionamiento del sistema democrático.   

En nuestro país los indicadores eran similares. Esto significa que se había  generado una lenta pero progresiva y sistemática inversión de valores: la esfera económica invadió la política, y la política se transformó en un escenario para la justificación de las acciones que se desarrollaban en realidad en otro ámbito. De resultas de esta situación el sistema de representación que era cuestionado no solo en lo referente a la  legalidad y la legitimidad del mismo; a una economía inasible, volátil, especulativa y se estaba concentrando en muy pocas manas y a un Estado que retrocedió empujado por la situación, y que ahora sólo intenta espasmódicamente a negociar desde una posición de debilidad, por su incapacidad para construir poder popular. Esta crisis, marca el fin de una época y el nacimiento de otra cargada de incertidumbres, por que por un lado la sociedad en su conjunto al tiempo que se pauperizar más y más cada día, se transforma paradójicamente tal como lo plantea Armando de Melo Lisboa[8]- en una sociedad de trabajadores sin trabajo. Un mundo que pone en juego un lenguaje cargado de espesura. Una era que lo devora todo y que concluye desmemorizando la historia. Estos eran someramente, algunos de los múltiples síntomas de un modelo político, económico y social que empezaba a mostrar las primeras fisuras en los últimos meses de 1993, que resistiría durante casi ocho años, que alcanzaría su punto de máxima inflexión en agosto del 2001 al momento de congelarse los depósitos bancarios –llamado popularmente corralito -,  y que estallaría durante los días de furia en diciembre del 2001.

El resultado de esta situación será como señalé al comienzo de este capítulo una sociedad dual por que coexisten en la misma zonas abiertas a la economía globalizada con numerosas comunidades locales pauperizadas y cerradas sobre su propia pobreza, en la cual se destruye la posibilidad de intervención política al mismo tiempo que la de la protesta social, produciendo una descomposición de la acción colectiva: una acentuación del desarrollo desigual entre los segmentos y territorios dinámicos de la sociedad y aquellos que corren el riesgo de convertirse en irrelevantes desde la perspectiva de la lógica del sistema. No alcanza con señalar aquí, que estos son los signos del nuevo milenio, ni que son consecuencias de los avances del discurso de la post modernidad periférica, de la muerte de las ideologías y del fin de la historia;  ya que estos conceptos fueron internalizados por la mayoría del cuerpo social, luego de una auténtica batalla cultural que perdió la modernidad.

El desafío de entonces, era encontrar respuestas donde existían interrogantes, poner claridad donde hay oscuridad y salir del laberinto tratando de no despertar al  minotauro, por que Ariadna no había dejado el carretel de hilo y además no teníamos la espada.

En consecuencia el malestar que atraviesa a la sociedad en nuestro país esta ligado a la existencia de un desempleo centralmente estructural y cuyos índices permanecen inalterables desde hace más de quince años, a pesar de todos los planes de ajuste implementados por los sucesivos gobiernos, nos llevo repensar la cuestión del empleo y del trabajo. La persistencia de este desempleo, alienta la sensación de aumento de la explotación y la opresión, de la pérdida de la ciudadanía política por la aparición de las nuevas interrogantes relacionados a la exclusión social, la precariedad salarial y la inestabilidad laboral. Es decir se han quebrado para siempre un concepto de identidad colectiva y nacional por un lado, al tiempo que el cuerpo societario se encuentra valga la expresión, por fuerza de una definición mejor, en medio de un vacío existencial. Pero estos fenómenos, son más profundos aún, porque lo que entró en crisis o quedó  quebrado es tanto la organización societaria tal como la conocimos, como el sistema de representación  en el imaginario social colectivo. De esta manera el futuro de la sociedad en su conjunto se presenta aleatorio. Intentaré más adelante formular algún interrogante nuevo a la experiencia que hemos desarrollado y en concordancia con el pensamiento de Emilio de Ipola, “demostrar que a falta de una conceptualización mejor la centralidad “antropológica” que se le aplica al trabajo asalariado no alcanza para justificar los lazos sociales constitutivos”[9] y que estos lazos constitutivos según mi criterio habría que investigarlos poniendo en tensión algunas cuestiones del campo de la antropología clásica, como los del don, con los de mundo religioso como el sacrificio, y los del psicoanálisis como lo son el deseo, los goces y las pulsiones. Al respecto de estas hipótesis, alguna pista, -aunque no esta totalmente desarrolla según mi criterio-, se puede encontrar en un trabajo de Gabriel Kessler[10], cuando señala que las redes sociales son funcionales a las necesidades de las personas y que estas –las personas-, tienden a alejarse primero y por último abandonar estas redes, aún si dentro de ellas han logrado satisfacer las demandas que originaron su inclusión y participación, para reintegrarse plenamente al mundo del proletariado urbano. Como la situación de pérdida, despojo y pauperización creciente no puede comprenderse ni representarse en el imaginario de los actores sociales, el futuro que adquiere formas aleatorias,  comienza a ser vivido  por la sociedad como algo alejado a sus necesidades desde una perspectiva de rechazo y resignación. Tal es así que amplias capas de la sociedad que durante las décadas del 50 al 70 habían ascendido socialmente, primero sintieron que este proceso comenzaba a detenerse y luego que comenzaron a sufrir un progresivo descenso y deterioro de su calidad de vida que los acercaba a  los grupos sociales que nunca habían participado del ascenso social igual que ellos, es decir a grupos sociales en situación de precariedad. A las desigualdades clásicas se le sumo un nuevo tipo de desigualdades ante la precariedad,  que modifica sustancialmente el sentido que tenían hasta ese entonces.

Asistimos a una situación muy compleja, el modelo industrial autónomo de sustitución de importaciones fue arrasado por los efectos de la mundialización de la economía, la sociedad fue sustituida por el mercado.  Teniendo como marco esta compleja situación política - económica y social, que desborda el sistema de representación político y social conocido hasta ese momento, en Bernal una pequeña localidad del sudeste del conurbano bonaerense a unos treinta kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un grupo de treinta vecinos, desde una matriz ideológica que hacia eje en principios y postulados de la ecológica aplicada, la autosuficiencia productiva y que en lo económico rescataba del olvido las ideas del comerciante y pensador económico germano-argentino Silvio Gesell, se fundaba el primer “club de trueque”, un dispositivo de intercambios no monetarios -, que unos dos años después tomaría la forma definitiva de la Red Global de Trueque Solidario Multirecíproco.

En ese contexto el club de trueque se presenta como un espacio de articulación comunitaria, que combina los intercambios de bienes, servicios y conocimientos con la utilización por parte de sus miembros de un instrumento compensador de las diferencias de valor de los intercambiados, de un vale - trueque, que popularmente recibe el nombre de crédito.

Luego de que comenzamos a desarrollar este modelo, otros grupos en diversos lugares del país construyeron miles de clubes de trueque. Algunos eran similares al nuestro y otros distintos. Muchos de ellos siguieron las pautas de diseño elaboradas en nuestro club; en tanto otros incorporaron criterios ideológicos que no eran contemplados en el primero, algunos diseñaron formas de gestión más complejas, y otros incorporaron criterios empresariales. Es decir que los clubes que se conformaron fueron, a lo largo del tiempo, integrando un sinnúmero de visiones distintas a la nuestra, lo que no significa que eso estuviera ni bien ni mal en sí mismo y de las que he de referirme más adelante, pero debe quedar en claro que todas estas construcciones fueron posteriores a la que desarrolláramos. Nosotros entendíamos que frente a situaciones complejas debían de elaborarse respuestas múltiples y distintas para cada situación, ya que nadie en su sano juicio puede presentarse como dueño de una única verdad. Sin embargo a lo largo de estos años hemos conocido y leído gran cantidad de trabajos que pretenden  situar la construcción de esta propuesta en otros lugares, en otras épocas y en cualquier contexto, algunos de estos intentos de dar cuenta de los hechos son inexactas, otros son descabellados. Otras construidas en algún “centro de estudios” pretender realizar paralelismos con experiencias que se realizaron en otro país y que nos son totalmente ajenas. Como tampoco la tienen algunas interpretaciones, -por cierto falaces-,  que se construyen desde alguna universidad pública, cuando se pretende re interpretar la historia para entrar en ella[11].  En él prologo de Política Lacaniana, un seminario dictado por Jacques-Alain Miller durante el transcurso del año lectivo francés 1997-1998, podemos leer un comentario que escribe Silvia Elena Tendlas y que me alentó en la escritura de estas líneas: “... formamos parte de esta historia. La historia somos nosotros. Intentemos dar cuenta de ello”.
  
La nueva gran transformación. El desencanto hacia la política: los nuevos movimientos sociales y las redes sociales como forma de expresión ciudadana.

El proceso de reconstrucción democrática iniciado en 1983 estuvo marcado por

  • una crisis del sistema político que fue jaqueado en varios frentes de poder  en forma constante y sostenida

  • la crisis de la deuda

  • la necesidad de la sociedad civil de construir ciudadanía a partir de la toma de conciencia 

Sobre la base de esta situación y en medio de una muy marcada crisis del sistema de representación y legitimización política desde ámbitos académicos que comienzan a incursionar en el ámbito de la política se hace mención a la constitución de “nuevos movimientos sociales”, a las “organizaciones no gubernamentales” también llamadas “organizaciones autónomas de la sociedad civil” y a las “redes sociales”, como los nuevos canales para vehiculizar las demandas insatisfechas de la sociedad, a la que se le agrega el sustantivo “civil”.

Los llamados “movimientos sociales”[12] tenían durante la década de los 70 y 80 más presencia en los escenarios sociales y políticos europeos y latinoamericanos que en los análisis académicos y políticos propiamente dichos. Tanto la  “escuela de la dependencia” como el “desarrollismo” posaron su mirada en otros actores a la hora de la producción teórica que analiza la dinámica de nuestro país y de Latinoamérica en su conjunto. Los movimientos sociales, contrariamente a lo que sostienen estas escuelas, dan cuenta de actores colectivos que se mueven al interior de la sociedad y que no son asimilables a las categoría de clase u actor; ya que  delimitan su accionar no con relación al sistema productivo, sino a cuestiones diversas y puntuales tales como el género, la opción sexual, la pertenencia étnica, o religiosa, erarias, del hábitat,  las cuestiones  regionales o a la problemática de los  derechos humanos.  En esa línea argumental que desarrolla el sociólogo español Ludolfo Paramio[13]         

Algunos sostenían que estos “nuevos movimientos sociales” más temprano que tarde terminaran conformando alguna organización, nueva o bien si fusionaría en otras de lo que podemos llamar mundo tradicional, que las englobara o bien terminara por coptarlas como sucedió en muchos casos. En cambio desde lo que podíamos llamar el culturalismo se percibe a los movimientos sociales como una práctica tendiente a la construcción de una identidad colectiva y que en lugar de ocuparse de “nuevas formas de hacer política”,  están abocados en la construcción de  “nuevas formas de hacer la sociedad”[14] 
 
Como materia de las ciencias sociales, el análisis de las “redes sociales” comienza a fines de la  década del 40, ocupándose de los conflictos personales en ámbitos territoriales concretos, desde la sociología de matriz norteamericana  y se apoya en la teoría lingüística de matriz chosmkiana, y alcanzo su máximo esplendor a mediados de la década de los 80, abordando la teoría y el estudio de los “nuevos movimientos sociales” y de la “movilización de los recursos” y según Ilse Scherer Warrer[15] es a mediados de la década de los 90 cuando pretende extender su campo a la comprensión de los fenómenos políticos en la llamada “sociedad de la información” siendo necesario profundizar su estudio.   

Cabe hacer una distinción entre “colectivo en red” y “red de movimientos sociales”.

El primero de los conceptos hace referencia a las conexiones que, por medio de un dispositivo comunicacional e instrumental, en una primera instancia, diversos actores sociales en forma individual se relacionan, para la divulgación de actividades, conocimientos, recabar apoyos solidarios y llegado el caso establecer estrategias de acción común.

Las “redes de movimientos sociales”, en cambio son otra cosa, constituyen un vasto universo de redes sociales complejas que trascienden a los individuos y las organizaciones propiamente dichas, y que propician conectar en forma simbólica, solidaria y estratégica a individuos y organizaciones, cuyas identidades ahora están conformadas a lo largo de procesos que contemplan y / o propician la posibilidad de la discusión entre sí sobre las identidades sociales, ya sea la ética, la práctica cultural, la ideología y las acciones  políticas, como asimismo los intercambios de informaciones, las negociaciones, la delimitación de los ámbitos de los conflictos y la oportunidad de los mismos, es decir la definición del oponente; en tanto por último fijan objetivos y pretenden como ultima ratio construir un proyecto común.    

El concepto de redes y su práctica esa ligado al pensamiento sistémico y de la complejidad.
Según Elina Dabas “…las redes implican un proceso de construcción permanente tanto en lo individual como colectivo. Son un sistema abierto, multicéntrico, que a través de un intercambio dinámico  entre los integrantes de un colectivo –familia, equipo de trabajo, barrio, organización, tal como la escuela, el hospital, el centro comunitario, entre otros- y con integrantes de otros colectivos, posibilita la potenciación de los recursos que poseen y la construcción de alternativas novedosas para la resolución de los problemas y la satisfacción de  necesidades Cada miembro del colectivo se enriquece a través de las múltiples relaciones que cada uno de los otros desarrolla, optimizando los aprendizajes al ser estos socialmente compartidos”[16].

En ese sentido las redes pueden

  • ser sistemas auto-organizados, que surgen y se constituyen por iniciativa propia

  • son estructuras flexibles y no responden a jerarquías únicas y rígidas, sino que son policéntricas y heterárquicas[17]

  • propician la comunicación transversal, - que una relación distinta de la vertical como de la horizontal -, puesto que se realiza entre distintos niveles y en diferentes sentido

A partir de estos conceptos y frente a la extensión de la crisis político-institucional y social que comenzaba a vivirse en nuestro país, a principios de la década del noventa parecía que algunos sectores políticos y muchos investigadores sociales, vinculados al cognitivismo creyeron descubrir en ellas “el trabajo de las asociaciones en red” la respuesta y el camino para salir de todos los callejones sin salida en los que había concluido los modos tradicionales de organización política. Es así como algunos grupos de militantes políticos formadas en las prácticas políticas de la década del 70  pretendieron saldar sus asignaturas pendientes con la historia y canalizar todas las frustraciones y expectativas insatisfechas heredadas de su propia historia a través de su inserción en distintas redes sociales.

Hacia fines de 1989, se conoce aquí un libro editado en Estados Unidos unos años antes, que había logrado una amplia difusión en ese país y que dentro del primer grupo impulsor del trueque lograría marcar un hito en el camino en la construcción de la experiencia, me refiero a “La conspiración de Acuario” de Marilyn Ferguson[18]. Este texto incursiona en el nuevo sentido y las potencialidades de las redes en algunos países del primer mundo. En nuestro país el trabajo de entidades y grupos por fuera del sistema político tradicional comenzó en los finales de la dictadura militar como una alternativa para encontrar respuestas a los problemas cotidianos de la población.

Los trabajos sobre las redes sociales y su impacto sobre el conjunto societario no eran muy frecuentes, y la difusión de los mismos más escasa aún. Cabe señalar sin embargo que fue el Centro de Estudios del Estado y la Sociedad el primero que realizo una investigación sobre de este fenómeno, más concretamente sobre las redes de ayuda mutua en el conurbano bonaerense; allí se daba cuenta del nacimiento de redes de solidaridad entre vecinos de barrio durante los últimos años de la dictadura militar[19].

Los colectivos estructurados como redes, a medida que se expandían durante las década de los 90, sufrieron una auténtica transformación con relación a su composición, estructura organizativa, sistemas de interacción y relaciones con las redes constituidas en los años 80.

Así pues aquellas redes conformadas en los años 80,  tenían las siguientes características

  • los arreglos institucionales eran controlados por los donantes

  • estaban dirigidas a realizar trabajos sobre una agenda de temas muy  genéricos, que era establecida por los donantes

  • en consecuencia sus líneas programáticas de trabajo eran difusas en cuanto a los objetivos esperados

  • estaban conformadas por personas e instituciones que  conformaban  equipos de trabajo, elegidos por su vinculación con el donante

  • eran financiadas por el donante que a su vez atraía a otros donantes complementarios

  • su funcionamiento interno estaba basado en reuniones presenciales, publicaciones y boletines.

  • la aglutinación interna estaba basada en la confianza del donante en el grupo y la capacidad de mantener el flujo de financiamiento

  • sus acciones estaban dirigidas por la necesidad y /o la oferta.

Ahora bien, durante los años 90 esta dinámica de desarrollo y lógica de funcionamiento muta, así pues:

  • los arreglos institucionales pasan a ser controlados por gestores y  miembros prominentes de la red

  • los trabajos están orientados a fines y proyectos específicos, relacionados con la oportunidad de financiamiento

  • los contenidos de la red pasan a ser la investigación, el diseño de intervenciones y la prestación de servicios

  • el financiamiento pasa a ser múltiple, es decir puede ser oficial o privado

  • la incorporación de nuevas tecnologías de la comunicación, la informática e Internet, afecta la interacción presencial

  • la estructura organizativa de las redes se basa ahora en el liderazgo técnico y carismático

  • la “aglutinación” institucional se basa en la confianza que el grupo deposita en el profesionalismo, capacidad y eficiencia del gestor del arreglo y en que los demás participantes harán su parte del trabajo sin pretender sacar grandes ventajas del mismo.

  • las acciones ahora están dirigidas por la demanda de proyectos a usuarios finales

  • las mismas ahora son controladas bajo parámetros de eficacia y eficiencia o bien sobre objetivos y áreas de resultados.

Este análisis descriptivo de las mutaciones y del comportamiento de las redes, como el trabajo del CEDES antes señalado, junto al estudio de experiencias de cooperación social como la  minga, un sistema de ayuda mutua que se realiza en el isla de Chiloé desde antes de la colonización española, nos permitió nos avanzar en nuestro proyecto.

Es decir, las redes son un fenómeno novedoso, que fueron mutando con el correr del tiempo en cuanto a los objetivos, las temáticas y la estructura administrativas. Conforman en la actualidad grupos funcionales definidos según las necesidades específicas de las personas que las integran, manejadas por acuerdos para esos fines, aglutinadas por “enredadores” que pueden ser individuos o instituciones que garantizan las reglas del juego y ejercen en consecuencia un liderazgo concreto. Estos “enredadores” son fundamentales en la concepción actual de las redes sociales o los círculos de cooperación ya que asumen un rol protagónico en la articulación y en la toma de decisiones, aun sí esta última cuenta con cierto nivel de democracia entre sus miembros.      

En la actualidad y por su propia dinámica interna, dentro de las redes, se ha trasladado el centro de atención de los objetos a las relaciones, a la organización, a los sistemas; esto permite concebir la unidad desde la diversidad, el nucleamiento de la diversidad y el consenso a partir del conflicto. Para nosotros se plantea como crucial la disputa por el sentido del movimiento, entendiendo el sentido como la articulación de las diferencias.   

Desde grupos próximos al cognitivismo, se señala que la noción de red es propia de la teoría de la complejidad, conjugando conceptos procedentes de la cibernética, de la ecología y de otras elaboraciones sistémicas en diferentes áreas. En ese sentido, la red pone el énfasis en las relaciones de integración que se verifican entre componentes que la integran, los flujos de elementos que circulan en esas relaciones, los lazos que potencializan la sinergia colectiva, el movimiento de autopoyesis[20] en que cada elemento contribuye a la reproducción de cada uno de los otros, la potencialidad de transformación que tiene cada parte en virtud de su relación con las demás y la transformación del conjunto por los flujos que circulan a través de toda la red. De esta manera, la firmeza de cada miembro depende de como se integra en la red, de los flujos en que participa, de cómo acoge a los demás y colabora con ellos.

Recientemente el ensayista brasilero Euclides Mance siguiendo esta línea de pensamiento ha propuesto la noción de “red de colaboración solidaria”, que en cuanto categoría analítica, es producto de la reflexión sobre prácticas de actores sociales contemporáneos, vistas desde la teoría de la complejidad y la filosofía de la liberación y en cuanto categoría estratégica es un elemento central de la llamada revolución de las redes, en la cual acciones de carácter económico, político y cultural sé retroalimentan subvirtiendo los modelos y procesos hegemónicos en los que se sustenta el capitalismo y avanzando hacia la construcción de una globalización solidaria[21].

A partir de estas someras descripciones, podemos afirmar que redes de información, de intercambio, y de cooperación han existido siempre en todas las épocas y en los más diversos lugares del planeta, desde las más informales a las más institucionalizadas. La diferencia esta en la nominación del fenómeno. Podemos encontrar formas similares a las actuales redes desde la edad media hasta el presente. Las redes son una forma de asociativismo que brindan respuestas a problemas puntuales que sufre la sociedad, desde la búsqueda de trabajo, la ayuda colectiva de los vecinos o del uso del tiempo ocioso, en las sociedades más desarrolladas. Son también un instrumento colectivo que rompe los moldes clásicos de la acción en el  territorio con la ayuda de las nuevas tecnologías de las comunicaciones como Internet.

Ahora bien,  ¿Por qué durante el primer lustro de la década de los 90 se le dio tanta importancia a las redes?, ¿Cuál fue la razón por la cual desde muchos medios de comunicación se le presto tanta atención? Desde mi punto de vista se trató de una serie de acciones individuales pero que confluyen; por un lado se trató de una clara respuesta de la sociedad civil frente a sus necesidades y por el otro fue un montaje político de la nueva derecha para desacreditar el sistema de representación político y entablar negociaciones puntuales con un Estado débil y aislado de su  base de sustentación.  Con el agravamiento de la crisis socio-económica y el carácter eminentemente urbano que había adquirido la pobreza, este forma de asociativismo y organización de base se fue propalando en todo el conurbano bonaerense y como señala Gabriel Kessler en su trabajo[22], “fue capaz de movilizar el capital social acumulado en el pasado para obtener bienes y servicios en forma ventajosa”. Todos los individuos, hoy en día de una u otra forma, participamos o somos parte de una estructura vinculada en red de intereses dispersos pero necesitados unos de otros para satisfacer necesidades y adquirir nuevos objetos, productos y conocimientos.
  
La ausencia de empleo registrado en los términos de la llamada sociedad salarial y que los cambios operados en el mundo del trabajo a partir de las nuevas tecnologías aplicados a los procesos productivos en lugar de generar bienestar en los seres humanos crean nuevas desigualdades sociales a las ya existentes.

Desde nuestra experiencia hemos podido comprobar que existe una íntima relación entre dinero, el sacrificio de matriz religiosa y don, como lo intentamos explicar en el Capítulo I de este texto. Sabemos que detrás de la emisión y distribución de dinero se pretende perpetuar el status quo vigente y que esa vinculación con lo sacro ha impedido en otros momentos históricos realizar algún tipo de modificación política o social.

A partir de los trabajos de Marcel Mauss sobre el don[23] y las ofrendas sacrifícales entendido como puro gasto improductivo, que se conoce con el nombre de potlatch, podemos observar con claridad los intercambios realizados entre seres humanos a diferencias del que se realizaba en las sociedades primitivas en las sociedades modernas generan asimetrías. Muchas de ellas son consecuencia del carácter fetichista que posee la acumulación dineraria, define los rasgos constitutivos de la estructura psíquica de los seres humanos. Pero estamos convencidos que había que atreverse a incursionar por otros senderos, es decir desacralizar el dinero, y hacerle perder ese significado fetichista que tiene a partir de su acumulación y atesoramiento y lo hicimos. 

Pero todos estos fenómenos que se generaron eran más profundos aún, ya que lo que estaba en crisis o quebrado, no solo era la organización societaria y el lazo social, sino también el sistema de representación del imaginario social colectivo en los términos de categorizaciones clásicas.

Como esta situación no puede comprenderse bien por los miembros de la sociedad, el futuro comienza a percibirse por el conjunto de la sociedad como algo alejado a sus necesidades desde una perspectiva de rechazo y resignación y,  en consecuencia, abre las puertas a la necesidad de encontrar formas alternativas de nuevos acuerdos asociativos que convoquen a una superación de las dicotomías entre derechos formales y reales, políticos y sociales, que sea capaz de imaginar un nuevo contrato social, que posibilite gnoseológicamente precisar y explicar las mutaciones operadas en los conceptos de lo justo y lo equitativo, para reinventar –pensando tal como lo sugiere Pierre Rosanvallón- la formas de la solidaridad y que estas  representen y expresen políticamente a esta nueva multitud conformada a partir de la necesidad.

Es decir, es necesario crear espacios de articulación que vinculen a los sectores urbanos medios que están desencantados con los resultados de las prácticas ejercidas desde las formaciones política tradicionales, junto a los nuevos emergentes sociales de la crisis como los grupos piqueteros y a aquellos sectores sindicales que se negaron a traicionar sus principios y que bajo nuevas fórmulas asociativas de gestión propios de la economía social recuperaron sus fuentes de trabajo para no perecer frente al neoliberalismo.

En medio de esta compleja cartografía política-económica y social el movimiento del trueque en sus múltiples corrientes fue desarrollándose de una manera natural primero con pocos clubes poco relacionados entre si al principio de la experiencia, se fue transformando en una red conformada por nodos autónomos unidos por los doce principios más éticos que organizativos y la utilización de bonos de intercambio, permitió construir consensos entre coordinadores que se rompían durante la práctica de los miembros de los clubes, se observó que a pesar de la campaña de ataque a la red esta goza de buena salud y que cuando la mayoría de las redes se caían la Red Global de Trueque resistió a pesar de todo, y de la práctica declamacionista de algunos iluminados que parecen tener el volumen encefálico de un colibrí, ya que son incapaces de entender que la realidad y el cambio se construye desde abajo, con la gente y no desde Internet a la madrugada cuando no pueden vencer el insomnio.  

Las primeras aproximaciones sobre los intercambios no monetarios y el trueque.

El trueque es una de las actividades de intercambio económicos simultáneo más antiguas practicadas por el hombre, en el cual se cambia directamente un tipo de bien o servicio por otro tipo de bien o servicio sin que se use o intervenga siquiera el concepto de dinero.

Se distingue del “intercambio de regalos”, por que no existe deuda en la relación, es decir no se espera de los miembros que participen en otro trueque con la misma persona en forma obligatoria como sucede en los intercambios de regalos, aunque existe la posibilidad de que lo hagan otras veces. Cabe señalar asimismo que los intercambios en el trueque están caracterizados por la incapacidad de establecer un precio, ya que no puede haber precio sin dinero. En el trueque no existen bienes intermediarios para establecer, expresar o conceptualizar el valor de los productos intercambiados, de modo que parecería no existir una forma socialmente expresada para determinar el valor de los artículos trocados

Basada en relaciones de cambio por convenio de partes, en el contexto de la crisis que se cernía sobre la sociedad argentina, el trueque:

  • es  una herramienta idónea para la participación social y comunitaria,

  • refunda, a través de los nodos, el significado de pertenencia a una comunidad,

  • incluye desde una perspectiva alterna  al sujeto dentro de la sociedad,

  • potencia y acrecienta los intercambios culturales y sociales,

  • resignifica  el valor de la necesidad,

  • redimensiona el consumo de los individuos,

  • revaloriza el valor de uso de los productos,

  • propicia el comercio justo

  • es una oportunidad construida colectivamente por excluidos del mercado formal del trabajo, para reinventar el mercado a través de la economía social y sus instrumentos, apelando a la confianza, a la solidaridad y a la fraternidad entre sus miembros, en lugar de la cruda competencia instalada por el mercado

  • constituye una economía de mercado sin capitalismo, complementario del mercado formal sin que sea disruptivo de este

Plantea entonces:

  • el aprovechamiento integral de los bienes y servicios que son generados en el seno de la sociedad,

  • la capacitación integral de las personas que participan en el sistema,

  • el desarrollo de una pauta cultural para la construcción de ciudadanía,

  • promover los principios de la economía social y el asociativismo,

  • propiciar nuevas formas de emprendimientos productivos  y solidarios,

Estos últimos suponen enarbolar un conjunto de ideas tales como:

  • la  autogestión,

  • la democracia,

  • la cooperación,

  • la reciprocidad,

  • la simetría,

  • la responsabilidad individual con proyección social,

  • la sustentabilidad,

  • el desarrollo humano,

  • la participación socio comunitaria,

  • el igualitarismo,

  • la fraternidad.

La extensión de esta práctica mediante un modelo replicable, que respeta la autonomía decisional de los grupos comunitarios transformados en nodos de una red, permitió construir colectivamente, de manera autónoma, un laboratorio de ingeniería socio productivo a escala cuyo emergente más visible son las ferias y que  contienen en forma larvada la idea del emprendimiento.

Ahora bien, a lo largo de todos estos años hemos visto realidades muy distintas y respuestas mas complejas y aunque las ferias han sido y son el emergente más visible de nuestra práctica, ¿es la única cara visible o existen otras? Por debajo de estas ferias, ¿se logro construir un nuevo lazo social o tan sólo se logró “trenzar” un rico y extenso tejido social de relaciones productivas, sociales y culturales?, ¿Es posible  y deseable que esta red, esta auténtica multitud personal de intereses, busque expresarse políticamente como un nuevo emergente, extendiendo el contrato social que le diera origen?, ¿Se puede, como sostiene Toni Negri, estar asistiendo a un éxodo social del capitalismo a relaciones económicas mas justas?

Estos fueron y son algunos de los interrogantes que nos fuimos realizando a lo largo de todos estos años y que tratamos de analizamos y responder en este texto.

Cabe sostener una vez más que el trueque no es un “invento" argentino como la birome, el dulce de leche, el colectivo o el tango; acá lo que se hizo es metodizar una práctica ancestral de la especie humana y aggiornarla a los tiempos de crisis en los que nos toco actuar.

Nuestro modelo, si bien puede parecerse a otros que se instrumentaron en distintos lugares del mundo, es auténticamente sui generis, por que desde un principio se apoyo en la necesidad de imprimir vales para  realizar los intercambios y se explicito que los mismos tendrían finitud, es decir que se oxidarían periódicamente hasta morir. Desde esta manera el modelo se extendió a otros países de la región y permitió un fructífero intercambio local y regional sin fronteras. Y si bien la idea de imponer un vale único en todo el país, como una moneda de los excluidos fracaso en parte, no hemos asistido todavía a ninguna marcha colectiva para quemar los vales en poder de los tenedores de los mismos, y la idea de miles de usuarios recorriendo más de un nodo por día para encontrar lo que necesitaban usando un único vale encontró eco más que suficiente y fue el caldo de cultivo propicio para que estos se replicaran y la red se expandiera de manera exponencial cuando la crisis arrasó con todo lo que había en el país.

Un club de trueque en si mismo, es un dispositivo social y económico, al que se puede considerar emparentado con los principios básicos fundantes de la economía social, ya que no es una mera feria comercial local regida por las reglas del mercado formal, donde no circula la moneda de curso legal, es una forma de organizacional autónoma dentro de la sociedad civil.

El club de trueque, constituye una expresión inédita de reconstrucción del lazo social en medio de la crisis luego de un éxodo hacia nuevas formas de socializaciones, que ha permitido conformar un movimiento social y productivo autónomo que propicia recrear la producción y el intercambio de bienes, servicios y conocimientos, sobre la base de los principios del comercio justo y del consumo responsable para arribar a formas de la denominada economía popular urbana o del trabajo, ya que desde nuestra perspectiva es crucial el desarrollo de micro emprendimientos productivos que a mediano plazo se articulen colectivamente, entre si mismos y con expresiones de la llamada economía formal, para de esta manera poder elevar los niveles productivos y de calidad de los bienes elaborados al interior de los mismos.

Acá es necesario hacer un pequeño balance y reconocer que aunque fracasamos en la puesta a escala productiva, en su necesaria vinculación con el Estado y parcialmente en su articulación con el mercado formal para ampliar sus horizontes, el horizonte de posibilidades se presenta cada vez más amplio.

El modelo de intercambio y de desarrollo de las capacidades productivas de los miembros del sistema que propiciábamos se asienta en un proyecto social y político que esta orientado a un sujeto social colectivo específico, el trabajador desocupado con capacidades productivas.

Es decir el modelo no nos permite hacer cualquier cosa ni de cualquier manera y su práctica no es para todos y requiere capacitación permanente.      

La experiencia que desarrollamos desde la Red Global de Trueque Solidario estudió las distintas experiencias en el mundo de sistemas de intercambio no monetario y sus problemáticas y generó a lo largo de casi nueve años una teoría y una práctica, que llegó a ser la experiencia a escala más numerosa cualitativa y cuantitativa de las que se realizaron en todo el planeta.

La que desarrollamos es una práctica que abreva y combina antecedentes y experiencias llevadas a cabo en otros lugares con monedas locales, comunitarias, de proximidad, plurales o  fundantes, propicia el intercambio de bienes, servicios y conocimientos y la elaboración de bienes entre pequeños y medianos productores bajo formas asociativas y la necesaria articulación de estos con el mercado formal para la expansión y sustentabilidad del modelo.

Frente a la crisis del empleo y la incapacidad de los sectores populares de “vender” su fuerza de trabajo, el club de trueque responde a la realidad desde otra perspectiva, ya que ha logrado  fundar sus intercambios en otra lógica, elimina la intermediación – empleador y vendedor -, volviendo estos más naturales ajustando necesidades y deseos por un lado y la construcción de un mercado protegido por el otro.  

Para evitar la aporía que significa el trueque directo esto es encontrar exactamente lo que necesito en poder de otro adherente que quiera lo que yo ofrezco, el sistema que ideamos propone la conformación de un mercado protegido en la que todos los integrantes son “solventes” a partir de la puesta en acto de sus capacidades productivas y cognitivas, para la realización de intercambios multirecíprocos con moneda trueque, un instrumento privado de uso social que técnicamente es un “bono de descuento,” – parcial y variable en la cantidad del mismo-, en comercios que se incorporan al sistema como lo han hecho cadenas de farmacias, laboratorios de medicamentos, prestadores de servicios tan variados como profesionales de la salud, profesores y animadores de fiestas infantiles, taxis, remises y transportes públicos de pasajeros, operadores mayoristas de turismo, hoteles en zonas turística y una infinidad de comercios en todo el país ; y forma total dentro de las ferias de trueque.

Esta instrumento, forma parte de un sistema que en lugar de generar intereses como el dinero de curso legal o las cuasi monedas: 

  • tiene caducidad breve,  se oxida con el transcurso del tiempo es decir “muere”

  • no genera interés,

  • no es fiduciario,

  • no debe ser acumulado, sino que debe ser “gastado” por que su acumulación esta penalizada 

  • tiene validez únicamente entre las personas y los nodos que integran la red, es decir sus usuarios

  • no tienen convertibilidad con la moneda de curso legal

  • no genera obligaciones económicas de ningún tipo,

  • debe ser utilizado por los miembros de la red para satisfacer sus necesidades y mejorar su calidad de vida.

Este sistema que desarrollamos y expandimos permite sin trabas legales a los prosumidores que se integran en un dispositivo  la circulación de mercaderías e información mediante el uso de un vale de intercambio sana, alejada y protegida de los avatares el mercado especulativo global.

Nuestra experiencia se basa en que la riqueza puede crearse de una manera distinta dentro de una comunidad recreando los lazos sociales entre sus miembros, reconstruyendo la confianza mutua, rescatando la idea del emprendedor, utilizando los excedentes ociosos y los stock de mercadería acumulados por obsolescencia de la moda,  para el desarrollo de nuevos nichos productivos y la puesta en marcha de segmentos del aparato industrial desactivado.

Es decir que el bono trueque, es un instrumento privado de uso público, que se utiliza dentro de las ferias de trueque para satisfacer necesidades y mejorar la calidad de vida de los usuarios del sistema, como así también en establecimientos comerciales que lo acepten dentro de ciertas condiciones. El  bono trueque, un auténtico bono de descuento se distribuye equitativamente entre los prosumidores de la Red Global de Trueque Solidario Multirecíproco, transformados no solo en usuarios de un sistema que incluye una herramienta social novedosa para terminar con la situación de marginalidad  y que además se convierten en sujetos concientes que buscan la forma de mejorar su calidad de vida, saliendo del circuito adignificante y perverso del clientelismo político.

Una experiencia neo geselliana de fin de siglo

El Programa de Autosuficiencia Regional se conformó a mediados de 1983 a instancias de Rubén Ravera y Carlos De Sanzo; como una ONG primero, luego propicio micro emprendimientos productivos y se transformo por último en una editorial en 1989, en Bernal, Provincia de Buenos Aires. Desde entonces, ha sido impulsor  de una serie de proyectos de tecnología socialmente apropiada vinculados a la producción orgánica de alimentos, a la energía solar y eólica, casa ecológica, el reciclado de residuos sólidos urbanos y la capacitación de personas en programas y proyectos tendientes al desarrollo sustentante. Su objetivo es pues, desarrollar en cualquier localidad del país o de la región empresas sociales tendientes a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Diseñar, desarrollar, impulsar y administrar emprendimientos socio – comunitarios y  medio – ambientales, sobre la base de una propuesta de matriz societaria y participativa, a partir de la utilización sustentable de los recursos de materiales improductivos y la recalificación laboral de los recursos humanos.  La propuesta de la Autosuficiencia Regional es afín a un cúmulo de ideas de vanguardia en el campo económico–ecológico. Entre las importantes cabe señalar el bioregionalismo de Peter Berger, la permacultura  de Bill Mollison  y la teoría de Jane Jacobs acerca de la innovación y  transformación de las economías nacionales a partir de la sustitución local de importaciones en las regiones urbanas. Por otra parte sostenía,  que el desempleo estructural y generalizado que afectaba en esos años  - aún hoy afecta -  al conjunto de la sociedad era el nuevo signo de un  fenómeno socio – político y económico que,  con independencia del sesgo político y del color de los gobiernos - ya que estos podían ser de izquierda o de derecha, democráticos o autoritarios -, se había instalado en toda la faz de la tierra  como consecuencia del salto cualitativo y cuantitativo de la  ciencia y de la técnica aplicada al mundo de las relaciones productivas. Decíamos, por entonces, que esta crisis del mundo del empleo y no del trabajo estaba produciendo una nueva corriente migratoria que en Europa se podía observar en corrientes desde países del este al centro y desde el Magreb a la península ibérica y al sur de Francia[24]; en tanto en nuestro país se comenzaba a a percibir un fenómeno similar desde el campo a la ciudad de cientos de miles de personas que huían de aquel buscando en las ciudades el bienestar que se les negaba. Estos hechos resaltan el nuevo carácter eminente urbano de la pobreza, en tanto  alientan nuevas formas de la exclusión y una marcada distribución desigual de la riqueza. Nuestra propuesta apunta a preservar la identidad las comunidades y a promover la vinculación de las regiones rurales con las urbes, poniendo en valor, con tecnologías a escala humana, los recursos ambientales, económicos, técnicos, culturales e históricos, a fin de perseguir la autosuficiencia. De este modo, las regiones y las ciudades no sólo se encontrarían en mejores condiciones para generar programas de desarrollo a escala local para resistir la devastación  provocada por la globalización económica unilateral y la sofisticación tecnológica, sino que además se fijaba como norte mejorar la calidad de vida de las personas, mediante el intercambio de información y de productos entre regiones más allá de las propias fronteras.  Muchas de estas ideas fueron difundidas a escala mundial en la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, que se desarrolló  en la ciudad de Río de Janeiro,  entre el 3 y el 14 de junio de 1992 y que forman parte de la Agenda XXI.

Con el correr de los años y luego de compartir  encuentros, debates, coloquios, cursos y seminarios formales e informales con quienes se acercaban al Programa de Autosuficiencia Regional, fuimos comprobando que muchos de los participantes buscaban cierto estímulo intelectual y contención grupal, antes que asistencia técnica.  Por este motivo, en el año 1993 decidimos crear Emprendedores Anónimos, un grupo de autoayuda para las personas que experimentaran dudas en la toma de decisiones, vulnerabilidad en lo laboral, incertidumbre ante el futuro y tuvieran la necesidad de evaluar su desempeño personal para una mejor competencia. Durante ese año se desarrollaron decenas de conferencias y encuentros grupales que sin duda aportaron contención emocional a los participantes. Sin embargo, se presentaron muy  pocas propuestas productivas, por eso la experiencia concluyó en diciembre de 1993. Paralelamente, ese mismo año, se creaba la Red Profesional, una iniciativa promovida por Horacio Covas y que vinculaba a profesionales y técnicos para dar un servicio a medida para las empresas de distintos rubros.  En forma simultánea tomaban contacto con nosotros un grupo de compañeros que conformarían en poco tiempo el colectivo Diálogo Sin fronteras. Este grupo de ciudadanos latinoamericanos que se auto convocaron luego de su participación en el Foro Global de Organizaciones Sociales que se desarrolló en forma paralela a la “Conferencia de la Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo Humano”-, para debatir los temas que allí se trataban desde una perspectiva latinoamericana, se proponen conformar una red de ciudadanos abierta y descentralizada  por un lado y establecer una agenda de trabajo con instancias de referencia en países y regiones y facilitar el intercambio de información, experiencias y servicios, para fomentar la integración de los pueblos latinoamericanos, con el propósito de rehabilitar el hecho político, el hecho social  y el hecho cultural contra la razón económica imperante. En el verano de 1994, surge  la idea de crear un club de Trueque, idea que  nació de la puesta en marcha de un modelo gestado en el interior del grupo de participantes del programa de huertas orgánicas, que trocaban casi naturalmente entre sí, los excedentes  producidos en las mismas.

Cabe recordar que en esos años se vivían los primeros síntomas de resquebrajamiento del programa de convertibilidad del gobierno nacional que junto con las privatizaciones, la apertura de la economía a productos elaborados con mano de obra esclava generó una sociedad centralmente más desigual. La asimetría económica - social se manifestó entre otras cosas con una ausencia de circulante en amplios sectores medios y en el  quiebre final de los restos  de la burguesía nacional. La interrelación de los distintos grupos  que se habían  nucleado alrededor del PAR permitió poner en tensión y al mismo tiempo interpelar un conjunto de saberes y corrientes del pensamiento: desde las visiones económicas de Gesell y de Keynes, la antropología de Marcel Mauss y su ensayo sobre el don, la estructural de Claude Levy Strauss y sus aportes sobre la educación de las mujeres, algunos textos del “maldito” y muchas veces condenado al olvido Georges Bataille como los relacionados al potchlat y la noción del gasto, el psicoanálisis de Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller, Oscar Masotta y Germán García para abarcar las políticas del deseo y la segregación que conlleva todo goce, el pensamiento de Michel Foucault para comprender los dispositivos de dominación social, la biopolítica y la gobernamentalidad, las ideas de la escuela de Frankfurt en los escritos de Adorno, Horkheimer y de Habbermas especialmente los vinculados a la  teoría crítica del sujeto y la cultura, la revisión de la teoría de las necesidades que propone Agnes Heller, los trabajos de Robert Castells sobre la metamorfosis de la sociedad salarial y la cuestión social, el pensamiento de André Gorz sobre de las mutaciones del mundo del trabajo y el concepto de renta universal básica; el ahora clásico libro de Diana Mauri, Ota de Leonardis y Franco Rotelli sobre economía social y empresas sociales. No puedo dejar de señalar aquí la influencia que tuvieron sobre algunos de nosotros y en particular sobre mi la lectura de la Revista Pasado y Presente, los   viejos pero siempre actuales “Cuadernos de Pasado y Presente”, como la vigencia de algunos textos de la revista “Controversia”, y más acá en el tiempo “La Ciudad Futura” y “Punto de Vista”, ya que a partir de sus páginas pudimos comenzar a realizar una lectura en clave rioplatense de las obras de Antonio Gramsci, lecturas que sirvieron para que el diablo metiera la cola y encontraramos en la figura de José Aricó no solo un maestro sino también a un amigo que nos alentó muchas veces en los proyectos que iniciábamos.

Nace el primer club de Trueque.

De todas estas experiencias y  del cruce de estos  saberes, el 1º de  mayo de 1995 toma forma, impulsado por un grupo de veintiséis vecinos que participaban de unos emprendimientos productivos de huertas orgánicas, reciclado de residuos sólidos urbanos y permacultura, nace y toma forma la idea de conformar un club de trueque, para sistematizar el intercambio de los excedentes productivos de las huertas, que en forma casi natural realizaban entre si los que poseían huertas todos los sábados luego de reunirnos para evaluar la marcha de nuestros proyectos. Si pensamos desde la perspectiva del aquí y ahora en los comienzos del primer club de Trueque, una y otra vez nos preguntamos ¿qué rara esperanza impulsaba a aquella treintena de pioneros a una empresa compleja, incierta, que no disponía de datos sobre experiencias similares? Resulta increíble,  visto  ahora, que durante meses ese grupo de personas se reunieran, sábado tras sábado, para hablar de nuestra utopía con una convicción de quien está seguro de haber visto la tierra prometida.  Nuestras ideas apuntaban a la construcción de un mercado protegido para aquellas personas que no podían mantenerse a flote en medio del marco asfixiante de los efectos económicos de los cambios en las relaciones laborales por los efectos de la globalización unilateral y frente al retroceso del Estado que suprimía prestaciones para los grupos sociales que comenzaban a precarizarse, desde una perspectiva micro local. Creíamos en aquello que decían: “the small its beatiflur” El mercado formal era visto por nosotros como una escalera alta, con peldaños muy elevados e inalcanzables para la mayoría de las personas. El mercado del trueque, en cambio, era como un plano con una leve inclinación y donde cada uno podía ascender de acuerdo a su propio ritmo y expectativas. Teníamos por norte la idea de una posible interacción entre el club y otros actores sociales y económicos tales como los municipios, las pequeñas y medianas empresas, los productores agrarios, comerciantes, el Estado Nacional y el mercado exterior. El mercado que imaginábamos era un mercado de la reciprocidad, un mercado de dialogo, un mercado simétrico, en síntesis un mercado para la paz en una época de crisis que presagiaba violencia. El desarrollo que pensábamos para nuestro club de Trueque, que imaginábamos como una herramienta para la participación comunitaria y la integración multicultural hace eje en una contribución responsable de los seres humanos que participan de esta actividad, en el rol que le cumple el trabajo como parte de una agenda política no resuelta, como asimismo en el papel que le toca desempeñar a este, – el trabajo -, como ordenador de las relaciones  societales y la capacitación permanente de sus miembros es su pívot. Parafraseando al ex presidente de la CUT Paulo Da Silva, cuanto más sabe y conoce un miembro del club más y mejor preparado esta para enfrentar la crisis.
 
Con el propósito de superar las limitaciones del trueque directo de bienes, servicios y saberes, se propuso un sistema multilateral de intercambios en el que no necesariamente las personas debían trocar mutuamente. Para llevar la contabilidad de los distintos intercambios, se armó una tabla de doble entrada en una planilla de cálculo, programada de tal manera que, cuando dos socios trocaban,  se quitaban créditos de la cuenta del demandante y se le sumaban a la del oferente. Por otra parte, cada socio del club llevaba consigo una “pequeña tarjeta” con la descripción de cada operación y el saldo (positivo o negativo) de los saldos, débitos y créditos que tenía cada uno de los participantes.

Esta modalidad que intuitivamente estábamos utilizamos era muy similar a la del Local Employment (LE) un sistema creado por David Weston en 1980 y que luego variara al ahora muy difundido y promocionado Local Employment and Trade System (Lets) que surge de una modificación del anteriormente mencionado, y que realiza Michael Linton, que es también experimentado en el Commox Valley de la isla de Vancouver, entre fines de 1982 y principios de 1983, en medio de una gran crisis desatada a partir del cierre de varios aserraderos.

Comenzaba de esta manera un nuevo desafío de cara a como mutaba la experiencia, no solo se trataba de reconstruir lazos sociales rotos frente a la ausencia de empleo registrado, a partir de la conformación de  pequeños grupos humanos y de la construcción de un mercado que integrara y protegiera a quienes participaban de él, sino también de apostar a que el instrumento económico de intercambio que usábamos estuviera validado socialmente a partir de su aceptación y todo estas formas tenían un solo ordenador la confianza mutua entre sus miembros.  Habíamos iniciado un camino sin retorno, nos habíamos convertido - como decía José Ingenieros-,  en cómplices de nuestro propio destino.

Estábamos desacralizando un Dios con pies de barro.

La larga marcha construyendo una confabulación de ciudadanos y de intercambios sin fronteras 

A los pocos meses de haber lanzado el primer club de trueque, en la sede del Centro de Jubilados Los Abuelos de Bernal, surge la idea de conformar un nuevo club de trueque, en tanto el teléfono de la casa de uno de los fundadores del club recibía infinidad de llamados telefónicos para crear nuevos clubes. ¿Qué hacer, frente a esa demanda?, ¿Cómo seguir?, ¿Qué recursos humanos o que capital social direccionar para esa tarea? Esos eran los interrogantes que surgían a diario en el seno de un grupo de amigos que sin proponérselo formalmente estaban comenzando a construir una organización que se presentaba como la anti organización, como una estructura horizontal, sin un centro de gravedad como se lo plantean las estructuras tradicionales. De “La esfera de Pascal” un cuento de Jorge Luis Borges[25], alguien a quien hoy no llegamos hoy a recordar, rescató para la nueva organización la idea de una esfera infinita cuyo centro esta en todas partes y su circunferencia en ninguna. Tomaba forma la idea de un dispositivo de clubes autónomos articulados en forma de red, relacionados entre sí por una serie de principios y pautas de funcionamiento, más éticos que organizativos, sin una base ideológica hegemónica, más allá de una serie de pautas basadas en un ecologismo político básico al que mayoritariamente adheríamos  y un instrumento de uso común que sería el “crédito”

Los grupos y las personas estaban interrelacionados entre si por una práctica común y mecanismos de resolución de los conflictos a partir de la teoría del caos y del equilibrio inestable y el uso de vales internos y/o locales cuando los clubes eran pocos de una pluralidad de monedas trueque / personales, que al principio eran aceptadas libremente por los miembros de los nodos, pero que con el correr del tiempo se torno imposible compensar y nos obligo a ir pensando en expandir la nuestra moneda trueque como una suerte de moneda de la multitud.  El modelo se inició en un barrio llego a la gran ciudad y de allí se propalo por todo el país puede caracterizar por estar asentado en tres pilares o ideas fuerzas

  • el intercambio de bienes, servios y saberes

  • la información y difusión de las ideas en forma constante

  • la capacitación permanente

Es decir, en la red las personas y los nodos se desarrollan según sus propias aptitudes y capacidades. A los pocos meses estaban funcionando un club en Castelar, uno en la Biblioteca Popular de Olivos, al poco tiempo uno en Floresta, otro en Palermo  y poco después uno en Munro.  Si bien la historia se presentaba cada vez más compleja, vasta, densa, rica y por supuesto más dinámica; el desafío de cara al futuro era enorme y generaba litros de adrenalina por segundo.

Pero el deseo pesaba más.


[1] FUKUYAMA, Francis. “El último hombre y el fin de la historia”Editorial Planeta. Buenos Aires 1991
[2] BASUALDO, Eduardo, “Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina”. Edición de la UNQ- FLACSO –IDEP. Buenos Aires 2001
[3] PUCCIARELLI, Alfredo R. “La democracia que tenemos. Declinación económica, decadencia social y degradación política en la Argentina actual”. Eudeba. Libros del Rojas. Serie Extramauros Buenos Aires 2002
[4] CASTEL Robert. “La inseguridad social ¿que es estar protegido?
[5] ROSANVALLON, Pierre; FITOUSSI, Jean Paul. “La nueva era de las desigualdades”. Editorial Manantial. Buenos Aires 1998 
[6] FITOUSSI, Jean Paul. “La democracia y el mercado”.Editorial Paidós. Serie Nuevas Reflexiones filosóficas. Buenos Aires 2004
[7] WOLF, Edward. “Milkeane Institute Review. Tercer Trimestre 2002
[8] de MELO LISBOA, Armando. “Texto para discussão. Desordem  do trabalho, economia popular e exclusão social: Algumas considerações. Nº  06/98. Asno IV. Maio de 1998. Centro Sócio-Eonômico. Universidade Federal de Santa Catalina. Floranópolis. Brasil
[9] de IPOLA, Emilio. “Identidad y lazo social (Para una lectura de Robert Castel), en “La crisis del lazo social. Durkheim cien años después” de IPOLA, Emilio. Compilador. EUDEBA. Buenos Aires 1998 
[10] KESSLER, Gabriel. “Lazo social, don y principios de justicia: sobre el uso del capital social en sectores medios empobrecidos”, en de IPOLA Emilio. Op.cit.
[11]Según una estimación personal, que se apoya en mi colección personal de bonos de trueque que he ido atesorando  durante los últimos años, como consecuencia de la expansión del movimiento de trueque se emitieron aproximadamente unos 850 tipos de bonos de intercambio distintos. Es decir que en el país, hubo unas mil doscientas cincuenta redes más trueque, más o menos autónomas, que pretendieron expandirse geográficamente en ámbitos de influencia limitados  con mayor o menor grado de éxito,  y que luego, o bien se disolvieron o bien se integraron a otras. En la actualidad existen sólo un dispositivo de alcance nacional.
[12] VILA Pablo. Definición de Movimientos sociales, en Diccionario de Ciencias Sociales. DI TELLA Torcuato S., GAMBA Susana, GAJARDO Paz y CHUMBITA Hugo. Puntosur Editores. Buenos Aires 1989.
[13] PARAMIO Ludolfo. Tras el diluvio. La izquierda  ante el fin de siglo. Siglo XXI Editores. Buenos Aires 1988. 
[14] VILA Pablo. Op.cit.
[15] SCHERER –WARRER, Ilse. “Redes sociales y de movimientos en la sociedad de la información”.Nueva Sociedad Nº 196. Marzo-Abril 2005. Caracas, Venezuela
[16] DABAS, Elina. “Redes sociales, familia y escuela”. Editorial Paidós. Buenos Aires 1998
[17] El concepto de heterarquía se refiere a la posibilidad de coexistencia de “jerarquías” distintas, tanto sucesivas como simultáneas, en el funcionamiento de un sistema determinado. En este caso las diferentes posiciones se reconocen no por la función adscripta sino por la idoneidad en el desempeño de la misma. No implica la negación de la jerarquía sino la coexistencia y el reconocimiento de una variedad de las mismas.
[18] MANSON, Marilyn. “La conspiración de acuario.
[19] RAMOS, Silvia. “Las relaciones de parentesco y ayuda mutua en los sectores populares urbanos. Un estudio de caso”. Estudios CEDES Nº  4. Centro de Estudios de Estado y Sociedad. Buenos Aires 1981
[20] Autopoyesis, es una propiedad fundamental de los seres vivos. La autopoyesis, puede ser definida como "el conjunto imperativo de procesos biológicos energéticos continuos (que implican la formación de compuestos de carbono) por medio de los cuales todos los seres vivos se automantienen", es una característica de los organismos vivos en su lucha permanente por mantenerse (conservar su integridad tanto estructural como bioquímica) activamente al enfrentarse a las adversidades ambientales.
[21] MANCE, Euclides. “O fenomeno a redes”. Vozes. Petrópolis. Brasil 2000
[22] KESSLER, Gabriel. Op.cit
[23] MAUSS, Marcel. “Ensayo sobre el don” en “Sociología y Antropología. Editorial Tecnos. Madrid . 1972
[24] KRISTEVA, Julia. “Las migraciones en Europa”, articulo en  “El urogallo” Madrid agosto 1989.
[25] BORGES, J.L. “La esfera de Pascal” en Otras Inquisiciones. Emece Editores. Buenos Aires. 1973

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